lunes, 28 de febrero de 2011

La aceptación de sí mismo






La aceptación de sí mismo

“No liberes al camello de la carga de su joroba; podrías estar liberándolo de ser camello” 
“He comprobado que cuando realmente nos amamos, es decir, cuando nos aprobamos exactamente tal como somos, todo funciona bien en la vida” 
“Mirarse a sí mismo claramente es muy difícil, porque deseamos escapar de nosotros mismos”.
Aceptarse a sí mismo es el valor de los valores. Es la decisión más importante que debe tomar todo ser humano a cada instante, en todas las etapas de su vida. Exige aprendizaje y durará toda nuestra existencia.
Hay que tener en cuenta estos tres  elementos:


Libertad: Implica acceder a las experiencias personales, supone autonomía y confianza en las propias capacidades.


Creatividad: Proyectamos nuestra propia existencia como un quehacer irrepetible, repleto de sugerencias, sin servilismo ni esquemas despersonalizantes.


Diálogo: Nos abrimos a los demás, nos ayuda a madurar, a ser más comprensivos con los demás y con la realidad

La autoaceptación se aprende: Es tarea nuestra animar, alentar, evitar descalificaciones, burlas, sarcasmos, no dejar públicamente en ridículo a un niño ante sus hermanos o sus compañeros de clase,... Sólo así no se dejarán arrastrar por el qué dirán, qué pensarán de mí,...
Sólo el niño que ha sido aceptado incondicionalmete por sus padres será capaz de aceptarse tal como es.
Unos padres auténticos deben demostrar que quieren al hijo por sí mismo, no porque proyecte o deje de proyectar sus propias expectativas o frustraciones, esperando que el hijo realice algún día los proyectos que ellos no fueron capaces de alcanzar.
Conclusión: Nosotros mismos somos el primer valor con que nos encontramos en la vida. Es inútil querer realizarnos sin querer reconocer lo que de verdad somos. Eso significa aceptar el fondo de inautenticidad que todos llevamos dentro, aceptar nuestros errores,...
Somos lo que somos ante nosotros mismos y no lo que aparentamos ante los demás. Recibe un abrazo de Paz.
Ángel-Dandy

domingo, 27 de febrero de 2011